Con mil historias guardadas en las mochilas de ambos y lejos de casa, las vamos compartiendo en una lengua que no es la suya ni la mía y, aún así y todo, nos entendemos, pues la gente siempre se entiende cuando hay voluntad de ello. Mi amigo Karma proviene de la Ciudad Prohibida de Lhasa, en Tibet. Pateador de caminos lejanos, observador y fotógrafo de las estrellas de su cielo. Captura con sus ojos, con su cámara y su alma los momentos en los que el mundo gira, en los que las personas giran, los detiene y hace inmortales.
Para mi es un gran artista, de una sensibilidad personal y profesional que deja huella.
Es por todo esto por lo que he decidido coger dos de sus fotografías y mostraos la cara y una cruz de la misma moneda, lo que le representa, de donde viene y un adonde va, ponerle unos versos, quizás innecesarios, pero quería andar un ratito con él en sus aventuras de detrás del objetivo y, a la vez, compartir con vosotros la obra de este singular artista que nos recuerda que uno llega hasta donde decide pararse.
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